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sábado, 1 de abril de 2017

La religión de los pueblos mayas

Periodización y características generales de la religión maya

    La cultura maya es una de las que más despierta el interés tanto de expertos como de simples curiosos. Por desgracia, al contrario que otras culturas de la América antigua que se encontraban en un momento de apogeo cuando tomaron contacto con el mundo occidental, los mayas se encontraban en franca decadencia y, quizá por este motivo, en ocasiones se les atribuyen prácticas, creencias o costumbres que no les corresponden. En esta entrada intentaremos ayudar a dar a conocer uno de los aspectos más importantes, la religión.

    Periodización

    Para comenzar, daremos unas pinceladas sobre la historia del pueblo maya, su aparición, la periodización de su cultura y sus diferentes asentamientos, ya que la cultura maya no se desenvuelve en un único lugar, sino que se desarrolla en diferentes núcleos urbanos situados entre el actual territorio de Guatemala y del sur de México. Esta red de diferentes núcleos en los que se desenvuelve la cultura y sociedad maya, los cuales son abandonados en ciertos momentos y reemplazados por otros núcleos que, pese a las modificaciones que experimentan, comparten unas características básicas, llevan a muchos estudiosos a comparar este entramado con el mundo griego antiguo, formado por ciudades-estado sin una uniformidad política e incluso social pero que tienen una cultura y una religión común.

    El primer indicio de la llegada de pueblos que se pueden considerar mayas puede ser datado en el año 1500 a.C. Desde este momento hasta la total conquista del territorio por los colonizadores españoles, que se suele datar en el año 1696 de nuestra era, se desarrolla esta cultura. Este período suele dividirse en tres grandes etapas.

    -La primera de éstas se denomina Preclásico y discurre entre los años 1500 a.C. hasta el 250 de nuestra era. De esta etapa son los yacimientos de Valle de Salama, Nakbé y Kaminaljuyú, entre otros.

   -La segunda etapa, conocida como período Clásico se desarrolla entre los años 250 hasta el 900, momento en el que surgen los núcleos mayas en la Península del Yucatán. De esta época son los núcleos más prósperos, en los que la cultura maya se desarrolló en su modo más perfecto, por decirlo de algún modo. Uno de estos principales núcleos es Tikal, situado en la selva de las tierras bajas centrales de Guatemala, cuya ubicación le hizo permanecer oculto hasta su descubrimiento en 1848. La última referencia que se tiene del apogeo de Tikal está fechada en el año 869, momento a partir del cual la ciudad sería olvidada hasta su descubrimiento por los exploradores en el año anteriormente mencionado.

   El segundo gran núcleo del período clásico maya sería Yaxchilán, situado cerca de la actual frontera entre Guatemala y el estado mexicano de Chiapas. De esta ciudad se tiene la información relativa a su primer gobernante y fundador de la dinastía, Jaguar Pene, que subiría al trono en el 320, mientras que su último gobernante, Cráneo de Tah, subiría al trono alrededor del año 800 y sería capturado por algún jefe de un pueblo enemigo en el 808, momento en el que Yaxchilán desaparecería como gran potencia.

    La siguiente gran ciudad maya del período clásico es Palenque, siendo la ciudad maya más importante de las tierras bajas occidentales, en el actual estado mexicano de Chiapas. La secuencia dinástica de Palenque es de las mejor conocidas, dado el completo desciframiento de los textos aparecidos en el yacimiento. Estos sitúan a un primer gobernante mítico, alrededor del 1200 a.C., pero el fundador histórico del linaje dataría del año 431, Guacamayo de Jaguar. Después del 764, con el ascenso al trono de Kuk, apenas se sabe nada más de Palenque y se supone su desaparición como gran núcleo al alcanzar otras ciudades menores subordinadas a este su independencia, entrando en competencia directa.

    El último de los yacimientos que nos habla de un gran núcleo maya en el período clásico al que nos referiremos es el de Copán, situado en el extremo occidental de la actual Honduras. No se conoce la fecha inicial del reinado del considerado como creador de la dinastía, pero se estima que seria alrededor del año 400 de nuestra era. Su último gobernante sería Yax Pac, del que se supone concedió demasiado poder a los nobles de familias menores, lo que supuso un menoscabo de la autoridad real y desde la consagración de un altar en el 775 no existen prácticamente noticias referentes a la sucesión del poder en Copán, por lo que se supone su perdida de poder e influencia.

    -La tercera y última de las etapas de la periodización maya es el denominado período Postclásico, que suele enmarcarse entre el año 900 y el 1696 con la total conquista del territorio por parte de los españoles, si bien la fecha final de esta etapa debería situarse entre el 1500-1550, ya que es el comienzo de esta conquista, momento en el cual las redes que rigen el mundo cultural de los pueblos mayas de la época quedan desmadejadas a raíz tanto de las guerras de colonización como de los intentos de evangelización, por lo que los elementos de su cultura quedan alterados de manera drástica. Como ya se dijo, los núcleos más importantes de este período se encuentran en la Península del Yucatán, siendo los mas destacados Chichén Itzá y Mayapán. En este período se produce la llamada mexicanización del mundo maya, con la aparición de influencias culturales y religiosas propias de otros pueblos como el tolteca, del que se adoptó el culto a Quetzalcoatl, también denominado Kukulcán o Gucumatz, este último nombre es el que recibe de los pueblos quichés y el que figura en el Popol Vuh.


Mapa con los principales yacimientos de asentamientos mayas

    Características generales de la religión maya

    Cómo podéis ver, la diferenciación en tres etapas con enclaves tan lejanos tanto en el tiempo como en el espacio hace que sea complicado poder hablar en términos generales y que eso sea aplicable a todos los períodos y a todas las ciudades, por lo que lo que viene a continuación puede que sea válido para algunos casos pero no tanto para otros.

   Sociedad y religión

    De la organización social, política y religiosa del pueblo maya sólo tenemos la información aportada por parte de Fray Diego de Landa referida al período Postclásico acerca de las jerarquías del Yucatán y su funcionamiento, que vendrían a tener características idénticas que en el período clásico salvo la intromisión de influencias toltecas.

    En la zona maya, la unión entre religión y política hace que ambos ámbitos sean complicados de diferenciar tanto los propios campos como los elementos que pertenecen a cada uno de ellos. Los propios monarcas tienen un carácter divino y en ocasiones pueden ser asimilados a sumos sacerdotes, de este modo las funciones de los templos y palacios son también intercambiables. En el período clásico el rey y sus antepasados monopolizan la expresión religiosa, lo que lleva a pensar que los templos no serían dedicados exclusivamente a las deidades sino al culto de los monarcas.

    En conjunto, el sistema de creencias de la cultura maya se sustenta en tres pilares básicos: el politeísmo, la cronología y la cosmogonía. El politeísmo todos sabemos lo que es, así vamos a por el siguiente. En lo referente a la cronología, el paso del tiempo en el mundo maya era una cuestión fundamental, y una manera de calcularlo era la datación de los años de reinado de cada monarca y cada linaje. En cuanto a la cosmogonía, es decir, la concepción del universo, del cosmos, cada persona era responsable del mantenimiento del orden del mismo, y en este caso los monarcas tendrían también un papel fundamental, del mismo modo que sus antepasados que contribuirían a este orden desde el otro mundo. Estos antepasados tienen su máxima representación en los llamados “wayob”, nombre con el que se denomina a la faceta divina de los fundadores de los linajes relacionados con cada una de las ciudades del período clásico.

    En definitiva, tanto en el ámbito político como en el religioso nos encontramos con una civilización que podemos dividir en dos niveles básicos, el de los dominadores, entre los que se encuentran el linaje real y las demás familias noble sujetas también a ese dominio real; y la de dominados, representado por el grueso de individuos que están a merced de sus gobernantes.

En cuanto a la labor religiosa de los monarcas, estos tenían un papel fundamental en la administración de la doctrina, tanto para la fijación de los principios dogmáticos como en las actividades rituales. Al mismo tiempo el rey era una materialización constante de las ideas fundamentales de la religión maya. El descenso a los infiernos, relatado en el Popol Vuh, es el rito de iniciación al que debe someterse el monarca para ser entronizado. Esto se explica ya que el rey es la principal garantía para el mantenimiento del orden cósmico y el secreto de la batalla contra el caos que se encuentra en el inframundo, en Xibalbá, donde se esconden los secretos de la resurrección y de la vida.

De esta manera, el rey maya se encuentra más allá de las demás cosas. Son la pieza angular de los rituales religiosos mediante su participación en el juego de pelota, su protagonismo en los ritos de efusión de sangre, así como su papel principal en el sacrificio de los prisioneros y su comunicación con los antepasados.

    Los sacerdotes

      Toda la sociedad maya esta condicionada por el estricto marco de prácticas religiosas que se deben llevar a cabo y que tienen como principal objetivo la celebración del paso del tiempo. Todos estos rituales están regidos por una casta sacerdotal que se encuentra vinculada al poder, ya que el monarca, el “Halach Uinic”, debido a su origen divino es el gran sacerdote. Esto se combina con la existencia de un verdadero jefe espiritual del conjunto del sacerdocio de cada comarca llamado “Ahu Can”. De este jefe espiritual dependen el resto de los sacerdotes.

Estos sacerdotes son astrónomos, escribanos, directores de ceremonias públicas, etc. En su potestad estaba el establecimiento del ciclo de ritos, así como de las festividades que marcaban el comienzo de las labores agrícolas. Especial importancia tenían los astrónomos, ya que tenían un basto conocimiento sobre el movimiento de los astros y la mecánica celeste, algo fundamental en la religión del mundo maya. Estos podían pronosticar algunos fenómenos meteorológicos, por lo que gozaban de un gran prestigio entre la población. También eran los encargados de elaborar la intrincada red de calendarios, que otorgaba un dios protector para cada uno de los días, de las estaciones, etc. Mediante estos calendarios, los sacerdotes determinaban cual sería el destino de cada uno de los hombres, según su nacimiento, y también le otorgaban un dios protector y un número.

Para dejar constancia del paso del tiempo, estos sacerdotes eran los encargados de realizar las escrituras en los códices o incluso en su propio cuerpo, realizándose surcos en su piel o haciéndose marcas en las orejas, piernas o pene. En los códices también se recogían los acontecimientos mitológicos, que para la mayoría de la población eran transmitidos y conservados oralmente.

Estos sacerdotes no se ocupaban de cuestiones menores como las adivinaciones o la fase inicial de los sacrificios, sino que para estos aspectos secundarios relacionados con el culto tenían una especie de ayudantes, sacerdotes menores, en cada aldea. Estos sacerdotes menores se dividen en dos grupos, por un lado están los llamados “Nacom” que se dedicaban a los sacrificios menores y los “Chilam” dedicados a los augurios. Este clero menor era elegido normalmente entre los segundones de las familias nobles, lo que pone de manifiesto las relaciones existentes entre ambas clases así como la similitud con prácticas desarrolladas en el viejo mundo.

El desarrollo de todas estas actividades les otorgaba un importante control sobre la sociedad e incluso sobre los gobernantes, con los cuales llegaban a establecer en ocasiones relaciones de parentesco. Además de esta repercusión social, la existencia del sacerdocio también permitieron una cierta cohesión dentro del mundo maya, que vivía de manera dispersa y tenían una importante tendencia a la movilidad. Frente a esto, los sacerdotes consiguieron que la población se estabilizase en torno a unos centros ceremoniales.

En los pequeños núcleos no era frecuente que hubiese edificios que tuviesen como principal dedicación el culto religioso, pero si que existía una especie de asistencia espiritual para los pobladores de estas zonas. Los encargados de esta labor eran los denominados Ah Men, que eran unos individuos equiparables a una especie de chamanes, que desenvolvían prácticas de curanderos o adivinos menores.

Todo este entramado sacerdotal se vendría abajo con la caída de Mayapán, con la dispersión de sus habitantes hacia el interior del Yucatán, quedando solamente una versión descafeinada o casi vacía de contenido de estos mismos sacerdotes que se conoce con el nombre de “curaca”, término que nada tiene que ver con el de origen incaico.

El ritual religioso

Los rituales pretenden imponer el orden ante una situación anómala, como puede ser una enfermedad, una catástrofe o una muerte, pretendiendo volver a un modelo de orden primitivo y haciendo que las fuerzas tanto naturales como las sobrenaturales actúen sobre los individuos para repeler las interacciones de las fuerzas malignas. En el fondo el ritual es un elemento más delos que se destinan a mantener el orden social existente.

Mediante las prácticas rituales se articulan todos y cada uno de los acontecimientos importantes y destacados de la vida de cada individuo, tanto el nacimiento como la cópula, la entronización de un nuevo gobernante, la recogida de la cosecha, el paso de una estación a otra, etcétera. Todos estos acontecimientos están destinados también a marcar el paso del tiempo, la existencia de los seres humanos y sirven como método de representación del poder de los dioses.

La realización de los actos rituales son también una cadena que une a los diferentes sectores de la sociedad maya, haciéndolos partícipes de una práctica común, facilitando la toma de conciencia sobre la pertenencia a una misma sociedad que recoge a todos los individuos, tanto los miembros de las grandes familias como al grueso de la población. A su vez estas ceremonias ayudan a fomentar el respeto y admiración hacia aquellos sacerdotes que las presiden, los cuales como ya hemos dicho pertenecen o tienen relación con el poder político y de este modo se fortalece y perpetúa el orden social.

De los rituales que se llevaban a cabo en los momentos inmediatamente anteriores a la llegada de los conquistadores casi no existe información. Las únicas referencias que se pueden obtener se encuentran en las crónicas españolas o pertenecen a los procesos inquisitoriales, por lo que se refieren exclusivamente al período postclásico. A día de hoy se pueden conocer algunos rituales similares que son desarrollados por algunas comunidades indígenas, pero que, como es lógico, se vieron afectados por el cristianismo y se realizan como una práctica relativa al folclore regional.

En lo que se refiere a las grandes construcciones religiosas, las pirámides, su forma y características tienen el mismo objetivo que el de los zigurats mesopotámicos de los que habla Herodoto en su obra, ya que ambas construcciones están destinadas a acercar los rituales a los dioses, ya se tratase de oraciones, sacrificios o cualquier otra actividad; y de este modo los dioses pudiesen bajar a recibirlas y de paso se comunicasen con los reyes o sacerdotes, como se representa en el arte ornamental mediante unos seres que descienden hasta las pirámides. Incluso la propia pirámide puede representar el mismo cosmos, ya que la base representaría a Xibalbá, el inframundo, y la parte superior sería el punto más alto del universo, donde se encuentran los astros y los dioses asociados a ellos, por eso mismo es en este punto superior donde se sitúa el santuario.

El Universo Maya

En lo que se refiere a la forma del universo, los mayas lo representan como un cuadrado que se encontraría delimitado por un lagarto en una charca llena de nenúfares. Dentro de este cuadrado delimitado se encuentran los tres niveles del cosmos en los que se divide el universo. El plano en el que viven los hombres se denomina “Cab”, el mundo celestial sería “Caan” y por último el inframundo se denomina “Xibalbá”. Estos tres niveles están atravesados por un árbol sagrado, la ceiba, por un punto central. Cada esquina de este cuadrado se representa con un color y a su vez es uno de los cuatro puntos cardinales. El centro del universo, atravesado por la ceiba se considera un quinto punto cardinal. En cada una de las cuatro esquinas del universo hay un dios, denominado “Bacab”, sujetando cada una de las esquinas del mundo, por lo que de ellos depende principalmente que tanto las divinidades como los astros o cualquier otro elemento del cosmos se encuentre en su lugar determinado.

Los mayas entienden el mundo como un continuo combate entre las fuerzas de Caan y Xibalbá, mediante el cual se producen los fenómenos que tienen repercusión en el mundo de los hombres. El deber del ser humano es el de intentar mantener el equilibrio entre ambos mundos. La forma de conseguir esto es rindiendo culto a los dioses de los dos mundos, a los de Xibalbá para aplacarlos y a los de Caan para agradecerles todo lo bueno que hacen por el hombre.

El cielo, Caan, considerado como la parte masculina del universo, esta concebido como una pirámide de trece niveles, cada uno de los cuales está presidido por uno de los trece dioses de las regiones superiores. Estos trece dioses son conocidos en su conjunto como Oxlahuntikú y son considerados como un único dios. Esta pirámide de trece escalones está dividida en seis escalones por el este y otros seis por el oeste, coronados por un nivel superior donde reside el dios supremo Itzamaná Kinich Ahau, el “Señor dragón del ojo solar”, es decir, el sol.

El inframundo también se concibe como una pirámide, pero en este caso invertida, dividida en nueve escalones, divididos de la misma manera que en Caan, cuatro por el este, cuatro por el oeste y un nivel que los corona. Los dioses que gobiernan en Xibalbá son los Bolontikú, “señores de la noche”, formado por nueve deidades que también son asimilables como un único dios. En el nivel más profundo en el que moraría el dios de la muerte, Ah Puch o Kisin, que se identifica con el sol muerto y que es ayudado por el jaguar. Este es un lugar tenebroso al que van la mayoría de los mayas tras su muerte, pero que acoge también a los astros por la noche, cuando no son visibles en el cielo. El camino de entrada a Xibalbá se encuentra a través de las cuevas y en este lugar se encuentran los secretos de la vida, ya que es el lugar de donde renacen los astros tras su periplo nocturno para dar paso a un nuevo día y al mantenimiento del tiempo. Del mismo modo los difuntos que recaían en este lugar tenían que buscar el modo de renacer, por lo que eran enterrados con los utensilios que les podrían hacer falta en Xibalbá para contribuir al mantenimiento del orden cósmico.

La vida al otro lado

El destino de cada individuo después de la muerte no era el mismo para todos, ya que estos podía variar entre la estancia en Xibalbá, la ida directa al cielo (Caan), el paso al conocido como paraíso de la ceiba o a un paraíso destinado a los lactantes. El paso a uno u otro lugar no está relacionado estrictamente con el tipo de vida que tuviese cada individuo, sino que en muchas ocasiones el destino de cada difunto tenía más que ver con la manera en la que este había muerto. Por ejemplo, una muerte por causas naturales era poco recomendable, ya que está obligaba a un paso obligatorio por el inframundo. Por otro lado los niños, los ahogados, los sacrificados, las mujeres muertas en el parto o los guerreros muertos en combate tenían como destino directo Caan.

Para el conjunto de los fallecidos una vez llega la muerte se inicia el viaje por Xibalbá, para el cual sus familiares les dejan comida, zapatos y palos para que se defiendan de los animales que encuentren en su camino. Esto llegaba a tal punto que era frecuente que se sacrificase a un perro o se pusiese en la tumba la estatuilla de uno para que ayudase al difunto a cruzar los ríos y lagos subterráneos de Xibalbá. Es posible que la descripción que en el Popol Vuh se hace del viaje de Hunahpú e Ixbalanque a Xibalbá, que os contaremos en otra ocasión, fuese una especie de guía destinada a orientar al difunto en su camino al inframundo, así como las pruebas que los gemelos superan serían un aviso de lo que les espera en Xibalbá. Cuando el difunto pertenecía a la clase gobernante, éste realizaba su viaje en compañía de doncellas y esclavos, los cuales eran sacrificados durante la celebración del funeral.


Los señores de Xibalbá
En cuanto al paraíso de la ceiba, ésta era una tierra rebosante de leche y miel y a este lugar iban los ahogados, los muertos por un rayo, los leprosos y otros enfermos como los de pleuresía y todos aquellos cuyo cadáver no fuese incinerado sino que fuese enterrado a la sombra de una ceiba gigante. También llegaban más directos al cielo los que dedicaban sus vidas a contentar a los dioses, como ya dijimos anteriormente, de modo que los soldados, los sacrificados y las parturientas se enfrentaban a la muerte con menos temor ya que todas estas prácticas iban dedicadas a mantener con vida a los dioses y hacer prevalecer el orden cósmico.

El panteón de dioses

En toda el área maya en cada uno de los períodos los dioses, aunque se les otorguen nombres diferentes, son los mismos, salvo por las manifestaciones de los Chac-Mol en Chichén Itzá. Por este motivo se tiende a asimilar el mundo maya con la Grecia antigua, con centros políticos diferentes pero con una homogeneidad cultural. Según las fuentes conservadas como el altar de Tikal esta unidad se mantenía gracias a una especie de concilio a la que acudían los sacerdotes de cada centro de poder, y en el que ponían en común sus observaciones astronómicas.

El panteón de dioses mayas alberga un número incalculable de dioses de los cuales al menos 166 tienen un nombre conocido. No todos los dioses tienen un carácter positivo, si no que, como hemos dicho con anterioridad, hay dioses aparentemente negativos, los residentes en el inframundo, que también deben ser venerados. Estos dioses no compartían el modelo griego de deidades con rasgos claramente humanos que se dejaban llevar por sus pasiones igual que lo podría hacer cualquier hombre, sino que los dioses mayas, pese a tener algunos rasgos y características humanas desenvuelven un modo de actuar más ejemplar.

En su conjunto, los dioses tienen unos rasgos comunes. Son mayoritariamente antropomórficos mezclando a su vez rasgos humanos y animales. Suelen tener un carácter dual, es decir, son jóvenes y viejos al mismo tiempo, buenos y malos o incluso tienen advocaciones masculinas y femeninas.

En conjunto, predominan los dioses relacionados con el tiempo, entendido este como cronología, ya que es el pilar básico de la cultura maya. Debido a su carácter dual los dioses se representan con múltiples aspectos y por lo tanto un mismo dios puede tener diferentes nombres y diferentes aptitudes. Un ejemplo son los dioses que representan a un cuerpo celeste, los cuales en su paso por el inframundo tienen un rostro diferente al que se le otorga en su tránsito por el cosmos. Otro tipo de deidades son algunos objetos que reciben espíritus moradores y en ocasiones llegan a conseguir el rango de dioses. Pese a que el panteón maya esta compuesto por un amplio número de dioses se tiende a decir que es una religión en parte monoteísta y en parte politeísta, ya que estos dioses suelen agruparse en dos grupos, como ya dijimos a la hora de hablar de la composición del universo, por un lado los dioses celestiales o Oxlahuntikú y por otro los dioses del inframundo o Bolontikú. Por este motivo, pese a que los dioses actuaban individualmente en ocasiones sus acciones se enmarcaban en el contexto de los dos grandes bloques.

En cuanto a los dioses en concreto, los más destacables son los siguientes:

- Hunab Ku: Dios principal que le otorga a la religión maya, además de lo anteriormente mencionado, un carácter monoteísta. Tendrá un papel importante a la hora de que los mayas acepten el cristianismo. Guarda cierta similitud con Itzam Na otro dios considerado como suprema deidad creadora. Este es representado por un lagarto o una iguana, ya que su nombre significa “casa de iguana”.

- Ix Chebel Yax: Es la versión femenina de Itzam Na. Es una diosa femenina anciana, opuesta a Ix Chel, de la que se hablará a continuación. Se representa con un ovillo de algodón.

- Ah Kim: También es considerado como una posible variante de Itzam Na. Es el dios anciano que peregrina por el espacio y al pasar bajo tierra se convierte en el noveno señor de la noche, el noveno Bolontikú.

- Ix Chel: Es la “señora del arco iris”. Como dijimos es el opuesto de Ix Chebel Yax, por lo tanto es una diosa joven, esposa del sol, por lo que se identifica con la luna. Se asocia a las relaciones sexuales y al parto.

- Chac: Es el dios de la lluvia. Acostumbra a ser el más popular ya que conseguir sus favores es primordial para el desarrollo de las labores agrícolas. Sus advocaciones menores son las encargadas de sostener las cuatro esquinas del universo.

- Ah Mun o Yum Kax: Es el dios del maíz, tiene mucha importancia dado que este era el cultivo principal del pueblo maya y la fuente de alimentos más importante. Se representa mediante un joven que sostiene una mazorca de maíz en su mano.

- Yum Cimil: Es el dios de la muerte y se representa con un esqueleto.

- Ek Chuah: Patrón de los mercaderes, dios del cacao y también dios de la guerra.

- Dios jaguar: Es el sol a su paso por Xibalbá y se asocia a los nueve señores de la muerte, los Bolontikú. Se representa vestido con una piel de jaguar y obviamente se asocia a la noche y a la muerte.

En el período postclásico, cuando los señores de Mayapán contratan mercenarios nahuas, hacen su aparición los Itzaes y los toltecas mayizados, que se establecerán en Chichén Itzá introduciendo el culto a dioses mexicanos como Quetzalcóatl que será llamado Kukulkán o Chac-Mol.

Un repertorio tan amplio de deidades y su vinculación con el paso del tiempo da lugar a una infinidad de ceremonias de adoración, rituales y fiestas. Entre estos se encuentran sacrificios humanos como ofrenda a los dioses o la entrega voluntaria de sangre mediante auto martirios. Al mismo tiempo se realizan fiestas al comienzo de las labores agrícolas demandando la protección de los dioses especializados en esos labores. Se celebraban ceremonias solemnes al final y al comienzo de los ciclos de tiempo de 52 años o cuando un nuevo gobernante accedía al trono.

Animales sagrados

Además de los propios dioses, otros sujetos eran considerados sagrados, sobre todo algunos animales a los que me referiré a continuación. El primero y principal es el jaguar, que era admirado y temido al mismo tiempo por la sociedad maya dada su habilidad para atrapar a sus presas, su fuerza y su inteligencia. Estas cualidades representarían para el pueblo maya las habilidades de las que disponían también las fuerzas del mal y de la muerte, que tenían al jaguar como un secuaz avanzado. También se les relacionaba con el poder terrenal, por lo que era costumbre que los reyes se cubrieses no solo con las pieles del jaguar, sino también con sus garras y huesos para conseguir de ese modo parte del poder de dicho animal. Otra de las creencias acerca del jaguar estriba en su pelaje, ya que a éste se le consideraba como una representación del cielo nocturno, lleno de estrellas, y a su vez con el periplo del sol por el inframundo, que tenía lugar durante la noche para renacer a la mañana siguiente.

El siguiente animal del que se hablará es la serpiente, que por su velocidad de ataque, el dolor de su mordedura, sus cambios de piel y la resistencia que demostraba al hambre y a la sed, era objeto de culto por los mayas, tanto para que le concediese sus dones como para evitar su ataque. Además de estas características los mayas prestaban especial atención a los dos penes que poseen los ejemplares machos, siendo así un ejemplo de fertilidad. Esta última cualidad unida al carácter mortífero que se le otorgaba a estos animales hacía que la serpiente viniese a representar la unión de la vida y la muerte, ya que un animal que provocaba la muerte a aquellos que mordía también era un ejemplo de fertilidad y continuación de la vida, aspecto primordial de la cultura maya.

En tercer lugar, las aves, en especial aquellas más vistosa como el quetzal, simbolizan el terreno celestial, Caan, donde moran los astros, lugares a los que estas aves tendrían acceso actuando de este modo como mensajeros y portadores de los designios de los dioses. Por el contrario, aquellas aves nocturnas como el búho o la lechuza se asocian a los dioses de la muerte.

El último animal del que hablares es el perro, del cual ya apuntamos anteriormente su importancia dado el papel que tenía en los enterramientos a la hora de guiar al difunto en su tránsito por el inframundo. Era considerado el animal más digno y más cercano al hombre ya que estaba vinculado a este desde el momento mismo de la creación. Se le tenía en tanta estima que en ocasiones pasó a sustituir a los hombres en los sacrificios destinados a alimentar a los dioses.

El poder de la naturaleza

En la cultura maya se refleja la difícil relación del individuo con un medio tan hostil como la selva mesoamericana, medio que se encuentra sometido a unas condiciones meteorológicas extremas. Como explicación a estas alteraciones del clima, los mayas creían en una suerte de energía “biocósmica” que se encontraba presente en todos los seres. Esta sería más fuerte en los dioses, lo cual es algo lógico, pero en menor medida también formaría parte de los hombres, animales, plantas, montañas y ríos. Cuando esta energía se perdía se alteraba el equilibrio y tenían lugar las catástrofes, por lo que era necesario que se recuperara. Para ello, los dioses, que eran los principales responsables de la continua creación y conservación del mundo, necesitaban un continuo aporte de esta energía, la cual conseguían a través de los hombres mediante los sacrificios o las ofrendas de sangre.

Otra de las maneras en las que el medio natural refleja su influencia en la religión maya es la representación que se hace del universo, como la recogida en el Popol Vuh, la cual se ajusta a los modelos geográficos y topográficos de la Península del Yucatán. De el se extrae el modelo de tres niveles representados por el cielo, la tierra y el inframundo, el último de los cuales seria el subsuelo del territorio yucateco al que se accede a través de las cuevas. A este último será el nivel al que se le otorga más importancia ya que es el lugar de donde brota la vida y en su seno se encuentran la mayor parte de los muertos.

Sacrificios y ofrendas de sangre

La cuestión de los sacrificios es una de las que más trascendencia tienen en nuestros días, ya que se tiende en ocasiones a reflejar un mundo maya bucólico, sin guerras ni sacrificios en contraposición a la sociedad azteca, sobre todo a la del momento de la llegada de los españoles, momento en el que se encontraba en una etapa especialmente sangrienta. Sin embargo hay que decir que, si bien en la sociedad maya no alcanza las cotas del mundo azteca, si que era habitual la práctica de sacrificios humanos, que se fue haciendo más frecuente con el paso de los años llegando a su máxima cota en el período postclásico coincidiendo con la llegada de pueblos mexicanizados a ciudades como Mayapán o Chichén Itzá.

Entrando ya en la práctica de los sacrificios y ofrendas de sangre tenemos que decir, como ya se ha apuntado, que ésta era necesaria tanto para la supervivencia de los dioses como para la de los propios hombres. El objetivo principal era el de agradecer las bondades recibidas por los dioses así como ganarse su favor para momentos posteriores. Esta sangre era un elemento sagrado ya que era la energía vital que procedía de los dioses y su derramamiento solo tenía sentido como un acto ritual destinado a alimentar a los dioses. Cualquier otra actividad que provocase un el derroche de la misma se pretendía evitar, por ese motivo el principal objetivo de la guerra no era matar al enemigo en la batalla, si no capturarlo para que, en caso de que fuese necesario, su sangre fuese entregada de manera ritual a los dioses.

La sangre era el principal vínculo entre los hombres y los dioses y el método más importante para el mantenimiento de la continuidad del universo. Esta ofrenda no tenía porque conllevar la muerte del individuo, sino que ocasiones bastaba con cortes o incisiones en determinadas partes del cuerpo. La automutilación era una práctica bastante extendida en la sociedad maya. La sangre resultante de estas incisiones era derramada sobre hojas de papel o en platos y era ofrecida a los dioses en nombre de los cuales se celebraba la ceremonia. Acto seguido este papel era quemado, de tal manera que el humo mezclado con la sangre ascendía al cielo estableciendo de este modo un contacto con las divinidades que lo habitaban.

Como ya dijimos, los sacrificios en el mundo maya no eran tan frecuentes como en el mundo azteca y su práctica era menor en el período clásico que en el postclásico con la llegada de pueblos toltecas. Para los sacrificios eran destinados los prisioneros de guerra, los esclavos y aquellos niños tanto ilegítimos como huérfanos. En ocasiones era frecuente que el ritual del sacrificio se celebrase en el campo de batalla una vez finalizada la contienda, pero en otros casos los prisioneros eran encerrados en una especie de corrales a la espera de que se realizase el sacrificio. Los prisioneros pertenecientes a las familias más importantes eran reservados para ceremonias de mayor relevancia como la toma de posesión de un señor o la designación de un heredero.

Las prácticas para estos sacrificios eran diversas y podían ir desde la extracción del corazón o la decapitación al asaetamiento. La práctica más común era la extracción del corazón mientras que la decapitación era utilizada como método de fertilización de los cultivos ya que esta parte del cuerpo se relacionaba con la mazorca del maíz, el cultivo más extendido e importante. También se realizaban otro tipo de sacrificios, como los de expiación en los que un individuo de avanzada edad, normalmente una mujer, era sacrificada para que cargase con las culpas de toda la comunidad ante los dioses por una mala actuación, de manera que esta mujer daba su vida por el bien común.

El arte

El arte maya, suele tener un carácter religioso. Pero sería meternos en un tema muy largo y complicado como para tratarlo sólo en unas líneas. Así que ya dedicaremos una entrada centrada en la revisión del arte maya.

El juego de pelota

La práctica de este juego se desenvuelve desde la época olmeca. El objetivo de este juego era el mantenimiento del cosmos, la fertilidad o la guerra. No está claro si en esta época el juego terminaba con el sacrificio de los contendientes, pero algunas teorías apuntan a que las grandes cabezas talladas en piedra propias de esta cultura son en realidad representaciones de estos jugadores decapitados. Durante el período de dominación tolteca, la práctica de este juego sagrado entra en decadencia, algo que queda remarcado con la reactivación de la construcción de canchas para este juego tras la caída de Teotihuacan. Una de las canchas mejor conservadas pertenece al período postclásico y se encuentra en la ciudad de Chichén Itzá.


Cancha de juego de pelota en Chichén Itzá
En cuanto al juego en sí, éste se disputaba mediante una competición por equipos que podían estar formados por una horquilla entre uno y siete jugadores. El juego se desarrolla en una cancha dividida en dos partes en cada una de las cuales se sitúa cada equipo y se lanzan la pelota de un equipo al otro, bajo el control de un juez. La pelota, de unos tres quilos, era enviada a la otra parte del terreno de juego o se la pasaban entre los jugadores de un miso equipo mediante el golpeo de la misma con una parte del cuerpo que estuviese autorizada previamente y que se supone que podría ser cualquier parte de la anatomía, a excepción de las extremidades. Los puntos del juego se podían ganar de diferentes maneras como provocando que el equipo contrario cometiese una falta, y cuando la pelota pasaba por el aro que se situaba en la cancha, el equipo que había enviado esa pelota se proclamaba vencedor del partido.

En cuanto a la simbología del propio juego, las teorías más aceptadas nos hablan de un significado astronómico en el cual la cancha representa al cielo nocturno donde cada noche se realiza la lucha que sirve para que el sol siga vivo y se mantenga el orden cósmico. A este orden ayudaba el sacrificio de los jugadores y a su vez el derramamiento de la sangre de estos era una manera de mantener la fertilidad de la tierra. Estas medidas hacen pensar que los partidos del juego de pelota se desarrollarían sobre todo en la estación seca como una manera de propiciar la aparición de las lluvias para mantener la tierra fértil.

Por otra parte, en el Popol Vuh se habla del juego de pelota como una lucha entre las fuerzas luminosas y los señores del inframundo, que se desarrolla en el reino de estos y por lo tanto el paso de la pelota por los aros simboliza la salida del sol tras salir airoso de su paso por Xibalbá. Esta comprensión del juego como una lucha entre dos bandos opuestos facilita su asimilación con el desarrollo de la guerra, a lo que puede seguir la práctica de la decapitación de los jugadores ya que este era el castigo reservado a los guerreros derrotados.

Toda esta simbología que se apunta aquí nos habla de algo que no era considerado como un juego sino que era algo muy serio, una práctica vital para mantener tanto el estado como el orden del mundo y una manera de alimentar a los dioses y, por lo tanto, a los astros, principales responsables de ese orden.

El tiempo

Como último punto trataremos de manera muy breve la relación del pueblo maya y el culto al tiempo. Este, como ya se ha dicho, era un aspecto clave siendo el principal objeto del pensamiento filosófico. La principal preocupación era la de intentar acotar las divisiones temporales y conocer cuales son las características propias de cada período y como estas afectan a los seres vivos. La principal fuente de donde extraen esta información es de los astros, de ahí la gran importancia que tienen en la cultura maya la astronomía y la astrología así como el conocimiento de la historia de la comunidad para conocer los acontecimientos de la vida de los antepasados y intentar descifrar el papel que en ellos tuvieron los astros. La búsqueda de todo este conocimiento tenía un único y claro objetivo, la comprensión del funcionamiento de los astros para ser capaces de este modo de profetizar el futuro.

Y hasta aquí nuestro no tan breve repaso sobre las principales características sobre la religión de los pueblos mayas. Esperamos que os haya gustado y prometemos desarrollar temas como la composición y origen del Popol Vuh, y algunos de los relatos que contiene, en futuras entradas.

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