Fase final del conflicto y su solución.
Si os acordáis, hace unas semanas habíamos dejado a unos campesinos intentando poner fin a una serie de abusos a los que eran sometidos por sus señores. Si lo necesitáis podéis refrescar la memoria aquí. Ahora veremos como continua el conflicto, aderezado con más disputas entre monarquía y nobleza y con una postura más belicosa por parte de los payeses, llegando a optar directamente por la lucha armada. Pero antes de soltaros más spoilers vamos directamente al tema.
Las relaciones entre las autoridades catalanas
y la Corona de Aragón llegarán a su momento de máxima tensión
cuando, tras la muerte de Alfonso V sin descendencia en 1458, suba al trono
su hermano Juan II. Este nuevo monarca centrará toda la atención de
su gobierno en Cataluña, ya que esta era la zona más conflictiva
del reino y se encontraba en una situación precaria debido a la
especial incidencia que la crisis bajo medieval tuvo en ese
territorio. Aquí acabo de tener un "déjà vu". La Generalitat catalana verá en las malas relaciones que
Juan II tenía con su hijo Carlos de Viana una oportunidad para
librarse del monarca y conseguir un mayor índice de autogobierno.
Estas pretensiones acabarán provocando una guerra civil que se
prolongará de 1462 a 1472.
Causas de la Guerra Civil
Los problemas entre padre hijo comenzaron antes de que Juan II accediese al trono. El origen se centra en el momento en que éste contrajo matrimonio con su segunda esposa,
Juana Enríquez, tras el fallecimiento de su primera mujer, Blanca I
de Navarra, madre de Carlos de Viana, en 1447. De esta unión pronto
nace un niño, el futuro Fernando II, más conocido como Fernando El Católico. Desde este momento, la reina
Juana presionó a su esposo para que otorgara todos los privilegios
como heredero al recién nacido, por lo que Carlos de Viana tuvo que
conformarse con el reino de Navarra, heredado de su madre, y
someterse a la autoridad de su padre. Sin embargo la intromisión de
Juan II en los asuntos navarros iba en aumento, lo que provocó que
los nobles navarros y castellanos propusieran a Carlos la posibilidad
de expulsar del reino a Juan II, que se consumará en 1451 en el
tratado de Puente la Reina. Esto tendrá como consecuencia la ruptura
total de las relaciones entre padre e hijo y el comienzo de un
conflicto civil que terminará con la derrota de Carlos y la
aceptación por parte de este de no tomar ningún título regio hasta
que su padre, todavía príncipe pero encargado de los asuntos
aragoneses ya que el rey se encontraba en Nápoles, falleciese.
Carlos de Viana de bajona con perrete. |
A la muerte de Alfonso V su hermano Juan es
nombrado rey de Aragón y al infante Carlos se le ofrecen las coronas
de Nápoles y Sicilia, ofrecimiento que será rechazado. Tras
reconciliarse con su padre, Carlos volvió a Navarra, donde comenzará
las negociaciones para casarse con la futura Isabel I de Castilla, que supongo que os sonará. Esto volverá a ponerlo en contra de su padre, ya que para este
matrimonio pensaba en su hijo menor, Fernando. La reacción de Juan
II será extremadamente contundente, mandando desarmar y apresar a su
hijo en Lérida en diciembre de 1460. Este acto producirá el
levantamiento de navarros y catalanes en favor de Carlos.
En este momento, en Cataluña, se crea el
Consejo del Principado que usurpaba funciones que hasta el momento
estaban reservadas al monarca. Esto da buena muestra de los objetivos
que perseguía la Generalitat catalana con su oposición al rey. El
siguiente paso será el no reconocimiento de Juan II como máxima
autoridad de Cataluña y se le prohibió la entrada en los
territorios del principado. A la reina Juana y su hijo Fernando se
les cerca en Gerona. Tas estos acontecimientos, Carlos es reconocido
por los alzados como primogénito y heredero de Juan II y se le
concede el cargo de lugarteniente perpetuo de Cataluña. Sin embargo
no pudo ostentar el cargo durante mucho tiempo, ya que moriría en
1461, bajo la sospecha de haber sido envenenado por su madrastra, algo que pasa hasta en las mejores familias. Bueno, quizá sólo en las "mejores" familias.
En lo que respecta a la situación de los
payeses en estos momentos, teóricamente sigue vigente la Sentencia
Interlocutoria de 1455 dictada por Alfonso V. Sin embargo, en 1461, los
señores vuelven a exigir el pago de los malos usos así como de las
demás servidumbres. Ante esto, los campesinos se hallaban totalmente
desamparados, ya que el único apoyo que habían tenido hasta el
momento, el de los reyes aragoneses, se antojaba incierto, ya que el
monarca estaba exiliado en Aragón sin posibilidad de entrar en
Cataluña, y la máxima autoridad del principado era ahora el Consejo
del Principado, que no era otra cosa que una representación de los
señores feudales catalanes.
La Guerra Civil (1462-1472)
Ante la exigencia del pago de los malos usos,
muchos payeses se niegan y se sublevan contra sus señores. Este acto
es aprovechado por los señores para alcanzar un doble objetivo. En
primer lugar pretenden sofocar totalmente la revuelta de los
remensas, y por otro pretenden enfrentarse a la representación del
poder real, la reina y su hijo cercados en Gerona, para acabar así
con los restos del poder de la corona aragonesa en Cataluña.
En este conflicto, las partes enfrentadas eran, por
un lado la Generalitat Catalana y las demás instituciones, la
oligarquía feudal dominante, la burguesía y la Iglesia; y por otro,
las fuerzas reales situadas en Aragón, los campesinos de remensa y
algunos miembros de la nobleza cercana al rey.
La guerra no tuvo un frente fijado, si no que fue
evolucionando mediante enfrentamientos en puntos concretos, lo que
explica que en zonas donde mayoritariamente dominaba la nobleza
catalana existiesen núcleos fieles al rey de Aragón. Uno de los
grupos más activos fue el de los payeses de remensa que, liderados
por Verntallat y conscientes de su escasa preparación para la lucha
abierta, optaron por ataques rápidos a objetivos concretos y rápidas
retiradas a la montaña, donde podían refugiarse y permanecer a
salvo de las represalias de los señores.
Esta toma de partido de los remensas por el rey
albergaba la esperanza de que, una vez ganada la guerra por este, se
suprimieran los abusos a los que se veían sometidos. Sin embargo, al final del conflicto, cuando Juan II entra
triunfante en Barcelona y se firma la Capitulación de Pedralbes en
la que se le reconoce como monarca legítimo y a cambio Cataluña
conserva sus privilegios, las esperanzas de los payeses no se ven
cumplidas, lo que crea un gran desconcierto entre estos y una
desconfianza hacia el monarca. Para no perder el favor de los
payeses, Juan II decide nombrar vizconde de Hostoles a su líder
durante la revuelta, Verntallat.
Evolución hasta la segunda revuelta
Como decíamos, la ayuda de los payeses a la
victoria de Juan II no se tradujo en ninguna mejora de su situación,
es más, el Capítulo de Canónigos celebrado en 1475 decreta que
los campesinos han de satisfacer los censos desde la Sentencia
Interlocutoria de 1455, muchos de los cuales ya fueran pagados. Ante
esta medida, los campesinos deciden volver a levantarse en armas,
recibiendo ayuda por parte de su antiguo líder Verntallat. Esto hace
que el recién nombrado vizconde se acerque al ala radical de los
remensas, que pretendían la supresión de todos los censos, no sólo
de los malos usos. A esta radicalización del movimiento remensa, la
Iglesia responderá con la excomunión y los señores acentuarán sus
esfuerzos para proceder al cobro de las rentas. Ante las
posibilidades de recrudecimiento del conflicto, el todavía príncipe
Fernando decreta que todos los campesinos bajo la jurisdicción del
castillo de Hostoles quedan libres de la servidumbre, lo que de
momento calma ligeramente la situación.
Tras la muerte de Juan II en 1478 y el ascenso al
trono de Aragón de Fernando II (Fernando el Católico), éste debía
volver a jugar con la balanza de mantener contentos tanto a los
señores como a los campesino. Pero sobre todo a los señores, ya que
su decisión de gobernar el reino desde Castilla facilitaba el
estallido en cualquier momento de una revolución señorial. Por esto
en 1479 otorga una pragmática en la que declara que los territorios
que fueran ocupados durante el conflicto fueran devueltos a sus
dueños anteriores.
Otro paso atrás tiene lugar en 1480, cuando
los abades de Ripoll, Banyoles y Besalú dictaron una provisión para
el cobro de las rentas atrasadas, lo que hizo que se reanudara la
movilización de campesinos en la montaña, que se agravaría aún
más con la revocación en Cortes de la Sentencia Interlocutoria de
1455 por parte de Fernando II, lo que restituía los poderes
señoriales para el cobro de los seis malos usos y las demás
servidumbres, lo que acrecentó el descontento en los campesinos. La
solución al problema se antojaba lejana, ya que al gobernar el rey
desde Castilla no disponía de información precisa sobre la
situación.
Para paliar esto, los payeses intentaron entrar en
contacto con la Corte para volver a conseguir el favor del monarca.
Para este cometido se designo en febrero de 1483 una comisión que
debería ir a entrevistarse con él. Esta comisión pidió a
Verntallat que los acompañase y partieron hacia Córdoba, donde se
hallaba en estos momentos la Corte.
Consiguieron que el monarca dictase una
sentencia que permitía las reuniones entre payeses para tratar sobre
la solución de los malos usos y para recaudar fondos para pagar las
deudas contraídas con la corona por su mediación en el conflicto, que no iba a trabajar el rey por la patilla. Esto era algo similar a lo había concedido Alfonso V en la real provisión de
1448. Sentó muy mal entre las autoridades catalanas y los
propietarios de tierras y mansos de remensa.
Segunda revuelta
El segundo levantamiento importante de los remensas
se provoca porque los señores siguen exigiendo el pago de las
prestaciones atrasadas y los campesinos se levantan ante la
participación de los oficiales reales en el cobro de dichas rentas.
Esta segunda revuelta tendrá una duración mucho más
corta, de tan sólo seis meses, desde septiembre de 1484 hasta marzo
de 1485, y estuvo liderada por el representante del ala más radical
de los remensas, Juan Sala, que planteó una estrategia muy diferente
a la de Verntallat. Mientras que en la primera revuelta los remensas
jugaron con la ventaja de su mayor conocimiento de la montaña
planteando un conflicto de ataques rápidos y huida para refugiarse
en el monte, en esta segunda revuelta, Sala, planteó una guerra
abierta, en el llano, lo que jugaba en contra de sus intereses, ya
que contaba con un número de hombres mucho más reducido que las
tropas señoriales y con un armamento mucho más precario.
No sólo cambio la metodología del conflicto, si no
también las pretensiones de los remensas. En el primer conflicto el
objetivo era el de la negociación con el monarca para que este
suprimiera los malos usos, mientras que en este conflicto se buscaba
acabar con todos los censos de la tierra, lo que se equipara al no
reconocimiento del derecho de propiedad de la tierra.
La parte violenta del conflicto se acaba con la
derrota de las tropas de Sala en Gerona. En ella el ejército remensa
fue destruido y su líder encarcelado y ejecutado. Estro provocaba la
llegada a un nuevo punto muerto de la situación, ya que la violencia
con la que actuó Sala y sus exigencias le hicieron perder el favor
real. Este era el momento en el que debía volver a tomar las riendas
el ala moderada. La primera medida fue la de volver a reunir a los
miembros del sindicato remensa para retomar las relaciones con la
Corte. Estas reuniones contaban con el apoyo de los castillos de la
montaña y del propio Verntallat.
Sentencia Arbitral de Guadalupe
Las negociaciones no fueron fáciles, ya que los
señores optaron por continuar ejerciendo una política de fuerza
animados por la contundente derrota del ejército remensa en Gerona.
Sin embargo no tuvieron los resultados esperados, ya que ante la
continuidad de la violencia señorial, los campesinos respondieron
con nuevas movilizaciones cada vez más numerosas que hicieron
inclinarse a los señores por la vía de la negociación.
Placa conmemorativa en el monasterio de Amer. |
El rey decidió confiar en la colaboración de
Verntallat para la resolución pacífica del conflicto, pero el
acuerdo no se pudo conseguir rápidamente, ya que los señores no
eran partidarios de ceder en sus pretensiones. Para desatascar la
situación, el rey optó por enviar a un representante real, Iñigo
López de Mendoza, que se reunió en Amer con los remensas. De esta
reunión salió el Compromiso de Amer, en el que los remensas
aceptaban el arbitraje real y se comprometían a elegir unos
representantes que debían acudir a reunirse con el rey para acabar
con el problema de una vez por todas.
Una vez se escogieron estos representantes,
entre los que se encontraba Verntallat, partieron entre diciembre de
1485 y enero de 1486 a reunirse con el rey en Alcalá de Henares,
donde se encontraba la Corte. Sin embargo, Verntallat decidió no
partir, y como a finales de enero los representantes de los payeses
no llegaran aún a la Corte, el rey, bastante molesto, decidió
enviar una carta a Verntallat exigiéndole su presencia en la reunión
que se celebraría a la llegada de los síndicos.
Tras una larga negociación que estuvo a punto de
fracasar debido a la rigidez de la postura de los señores, el 21 de
abril de 1486 se publico la Sentencia Arbitral en el monasterio de
Guadalupe, que puso fin a un
conflicto que se extendió durante cuatro siglos. En ella se suprimen los malos usos señoriales y se garantiza la libertad personal de los campesinos, así como la total disponibilidad de sus bienes muebles sin necesidad de consultar o pedirle permiso al señor.
Gran post, realmente bueno :)
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Esperamos que no sea el único que te ha gustado ;)
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