Una
ventana a Egipto desde Madrid
El Templo de Debod se ha convertido en
visita obligatoria para todos aquellos visitantes de la capital. Y no sólo por
el hecho de poder ver un templo de estas características en Europa,
sino también de disfrutar de, dicen, uno de los mejores puntos de la
ciudad donde admirar una bonita puesta de sol. El monumento está
situado en la Colina de Príncipe Pío, lugar donde se llevaron a cabo los
tristemente conocidos fusilamientos del 2 y 3 de mayo que Goya retrató (aunque
nunca los presenció), en lo que antiguamente era el conocido como Cuartel de la
Montaña. Hoy en día, los alrededores se convierten en un lugar ideal para
hipsters con cámara, turistas, guiris (hay que diferenciar), fotógrafos, novios
haciéndose fotos de boda, gente con ganas de pasear, gente con ganas de
sentarse en un banco a disfrutar, niños, perros, gente animada que toca varios
instrumentos y ameniza la tarde, botellones y, por supuesto, policía. Como para
perdérselo.
El exterior original del templo de Debod se
muestra para nosotros muy diferente a como hoy lo podemos encontrar en Madrid.
Originariamente se trataba de un recinto amurallado que mediante tres puertas
dividían el espacio en tres recintos, el último de los cuales era en el que se
encontraba el templo. Estas puertas, de las que solo conservamos dos,
estaban erigidas cada una de ellas entre dos torres trapezoidales
llamadas pilonos. Al ser los pilonos y la muralla construidos en adobe, no
conservamos nada de estas estructuras. Las puertas, aparte de servir
para marcar lo que podríamos denominar como calzada procesional, también
delimitaban los espacios a los que podían acceder los fieles ya que sólo los
sacerdotes podían acceder a las dependencias del templo. Dichas puertas
estaban decoradas con una cornisa oblicua denominada gola. También en el dintel
de estas se puede encontrar el símbolo del disco solar alado esculpido. Como es
habitual en el arte egipcio, todos los relieves del templo lucían una viva
policromía de la que no nos ha quedado resto visible.
Por último deciros que, si tenéis la oportunidad, no dejéis de visitarlo y ver su interior, ya que si exteriormente os va a encantar, el interior os va a sorprender. Una pena que haya muchos madrileños que no se hayan dignado a verlo por dentro.
Fachada exterior del templo |
Observando
el aspecto exterior del templo, destaca su planta rectangular a la
que le ha sido añadida una sala cuadrangular de menor tamaño y altura.
Esta es la sala que se denomina mammisi y forma parte de
las incorporaciones romanas al templo, de el que también forman parte los
relieves inacabados de la fachada posterior, en los que muy difícilmente
apreciamos la figura de dos dioses: Amón y Mahesa. La fachada principal es, sin duda alguna, la parte más
destacable de la parte externa del templo. Esta construcción de época
ptolemaica permitía el acceso al templo mediante cuatro grandes columnas cuyos
capiteles imitan un conjunto de papiros atados, de estos capiteles solo dos
fueron acabados. También se utilizaron intercolumnios, muros bajos que cierran
el espacio entre columnas, que se encontraban decorados con relieves en los que
aparecían escenas de ofrendas.
Decoración del templo a partir de restos e intepretaciones |
El interior
Según entramos en el templo, nos
encontramos con un vestíbulo o pronaos que va a dar lugar a las diferentes
salas, algunas de ellas muy ricamente decoradas. La función que probablemente desempeñó fue como
Sala del Altar, sin embargo, no ha sido corroborado. La
Sala Hipóstila conserva representaciones del Emperador Augusto del s. I a.C y
el s. I d.C. donde se encuentra haciendo distintas ofrendas a los dioses. La capilla más antigua
del templo es la mandada erigir por
Adijalamani (200-185 a.C.) y que lleva su nombre. Las paredes están decoradas con escenas
rituales en las que el faraón aparece representado haciendo ofrendas a diversos
dioses, principalmente a Amón y la diosa Isis. Como excepción, la pared este está
dedicada a escenas en las que Tot y Horus se presentan ante Imhotep.
Serie de escenas de la Capilla Adijalamani |
.
La Capilla de Mammisi es de época romana aunque, y como excepción en este tipo de capillas, se
encuentra integrada en el templo. No posee decorado salvo un nicho que hay en
el techo. Actualmente alberga un dintel del templo con una representación del
disco solar alado.
La Capilla de Aubet, lo que en el plano tenéis como antesala del
naos, está ubicada al norte de la
capilla de Adijalamani y era utilizada para preparar las estatuas de los dioses
ante la fiesta de Año Nuevo. Tampoco contiene ningún tipo de decoración. La Naos es la sala más sagrada del templo a la que solo tenían acceso los sacerdotes y el faraón. Estaba dedicada a guardar las estatuas de los dioses principales ante las cuales se realizaban los rituales
Pronaos y Naos |
Las capillas laterales albergaban los altares y estatuas de otros
dioses residentes en Debod. En ellas se realizaban ritos y ofrendas diarias, al
mediodía y al atardecer. Las criptas eran lugares reducidos en los que se
guardaban tanto los objetos sagrados del culto y otros objetos procedentes de
las ofrendas como elementos simbólicos.
La Capilla Osiríaca, en la planta superior, es de forma cuadrangular
con una ventana que da al sur. Aquí se celebraban los misterios de Osiris: se
moldeaban imágenes del dios con una mezcla determinada de tierra y semillas de
cereal, regándose con regularidad. El grano germinaba pasados unos días y del
cuerpo del molde de la efigie divina surgían las plantas, que mostraban el
símbolo de la resurrección del dios Osiris y con él, toda la creación. El
Osiris Vegetante que se había conservado desde el año anterior, se bajaba de su
capilla,
siendo enterrado
en lugar sagrado.
Como veis es una capilla muy estrecha, a nosotros casi nos parece de paso |
Subiendo la escalera de Debod
llegamos a la terraza del templo, donde tenía lugar la ceremonia final de la
Fiesta del Año Nuevo. Se preparaban las imágenes divinas para una pequeña
procesión que se iniciaba en el interior del templo, desde las capillas y el
santuario principal, concluyendo en la terraza. De este modo, las
principales estatuas divinas del templo salían de sus capillas colocadas en
otras más ligeras que transportarían los sacerdotes. Se les vestía y preparaba
para la ceremonia, y eran trasladadas en procesión, ascendiendo los escalones
que subían a la terraza. Una vez arriba, se practicaba la ceremonia de la
exposición de las efigies divinas a la luz solar. Terminados los actos, las
estatuas divinas regresaban a su santuario y capillas respectivas.
En la terraza encontramos una exposición donde nos cuentan la historia del Templo de Debod |
Por último deciros que, si tenéis la oportunidad, no dejéis de visitarlo y ver su interior, ya que si exteriormente os va a encantar, el interior os va a sorprender. Una pena que haya muchos madrileños que no se hayan dignado a verlo por dentro.
Gracias por la información, Egipto es una maravilla!
ResponderEliminarGracias por la información, Egipto es una maravilla ;-)
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