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martes, 17 de marzo de 2015

Arte español a principios del s. XX



¿Qué hay entre Picasso, Miró y Dalí?



   Cuando alguien menciona el arte de principios del s. XX, es probable que primero le vengan a la cabeza sean pintores que se movieron en y a finales del S.XIX, y a Picasso. Si ya preguntas por algo más concreto como, por ejemplo, arte español, está Picasso. Y cuando se te ocurre decir "pero hombre, alguno más hay", aquí suele ser cuando se acuerdan de Dalí y de "ese que hace cuadros como un niño y valen mucho", o lo que es lo mismo, Miró. Y ya. No hay más. Porque desde siempre hemos tendido a poner una escala, y en esa escala del arte contemporáneo primero está Picasso y luego ya suenan nombres como Klimt, Matisse, Munch, Kandinsky, Duchamp y alguno se acuerda de Gaudí. Si eso, que a veces... Pero si os preguntase qué pasó con nuestro arte a principios de este siglo tan convulso y con una guerra civil de por medio, muchos, salvo Picasso, Dalí y algunos Miró, no sabríais muy bien qué pasó. Seguro que alguien está pensando, "exagerada, si Sorolla debe ser de por ahí". ¿Y cuantos ni habíais caído? Por lo tanto, lo que hoy voy a tratar en esta entrada es un repaso por todo lo que aconteció a principios del siglo pasado hasta antes de la Guerra Civil y que así, a partir de ahora os suenen más nombres si visitáis algún museo. Eso sí, ni me voy a meter en la obra de Picasso, ni de Dalí, ni de Miró, porque para entender un concepto general, por lo menos un cuadro de cada uno os sonará, y seguro que os es más interesante tratar a estos pintores por separado y con anécdotas.




Francisco Padilla, Juana la Loca (1877)

    Para ponernos en precedentes, a finales del s. XIX en España se estaba dando el llamado Neoclasicismo español con ejemplos como el de Francisco Padilla. Era un estilo que requería datos arqueológicos y documentación histórica, dejando al pintor margen suficiente para llevar a cabo composiciones que nunca se dieron pero que se han convertido en referentes visuales de nuestra cultura, pues no es raro encontrar películas y series que recurren a estos cuadros de historia para copiar su composición escénica. Eso sí, se solían escoger los momentos más trágicos, que impactan más y de siempre nos ha gustado la chicha y el dolor ajeno. Esta época en España se la ha llamado la Edad de Plata, iría desde 1875 hasta la Guerra Civil, y define una época muy rica llena de un deseo por incorporarse a la Modernidad.  Para los que os preguntéis algún dato político, decir que estamos en el periodo de vuelta de la monarquía con Alfonso XIII y la tensión política entre Cánovas y Sagasta, además de la pérdida de las colonias españolas y por tanto el fin del Imperio. Los otros dos pilares en los que se fundamentaba el arte de esta época era, primero, el paisaje que había cogido fuerza al Romanticismo y al Realismo, con grandes artistas como Carlos de Haes y Aureliano de Beruete. Y segundo los retratos, pues parece que la cámara de fotos no terminaba de hacer las delicias de monarcas y burgueses y el retrato era aún una práctica en uso. Por poner un ejemplo Federico de Madrazo y su Retrato a la condesa de Vilches, con un estilo entroncando en Goya.

Federico de Madrazo, Retrato de doña Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches (1853)
    
   Pero lo que ahora estaba de moda era irse a París, pues Roma había caído en el clasicismo y lo que buscan estos jóvenes pintores es la modernidad. Encontramos una primera oleada de pintores españoles que se van a París (incluso antes que Picasso) como Guiard, Losada, Utanga, Durrio, Ignacio Zuloaga, Miquel Utrillo, Enric Clarasó, Ramón Canudas, Rusiñol, Darío de Regoyos en Bruselas entre 1878 y 1890. Más tarde, en una segunda oleada, irán Iturrino, Picasso, Anglada Camarasa, Nonell y Manolo Hugué. Sin embargo, Barcelona había surgido como el principal foco de Modernismo en el país, inspirado por la clase media próspera gracias a la industria textil y que puso las bases del nacionalismo catalán gracias a un deseo de potenciar la lengua y la literatura para así poder encontrar una identidad histórica. Y efectivamente, esa la Cataluña de Els quatre gats donde Rusiñol y Casas acompañaron a Pere Romeu y un jovencísimo Picasso. Y dentro de este grupo también encontramos a Isidro Nonell, también habitual de la taberna. Dentro de la inspiración de este ambiente de la Barcelona modernista encontramos a Hermenegildo Anglada Camarada que siguió muy de cerca a Klimt y os lo pongo para que comparéis lo que pudo evolucionar el género del retrato en apenas unos años.

Anglada Camarasa, Retrato de Sonia de Klamery (1913)

    Y en este revuelo es donde encontramos a Antoni Gaudí construyendo el Parque Güell como proyecto social de su mecenas Eusebi Güell, que pretendía hacer una ciudad- jardín para sus obreros. La Casa Batlló, la Casa Millá i Camps o "La pedrera" y la Sagrada Familia se erigirán dando forma a la capital del Modernismo y poniendo a Barcelona a la cabeza del Arte. Pero esta es otra parte de la Historia que todos conocemos bien. Pero en cuanto a la pintura, se va a dar un cambio. Nos encontramos ante el poder de la clase media que empieza a imponer su criterio, y con ella La Academia de San Fernando. La pintura histórica va a quedar sustituida por el Realismo Social, donde lo que se muestran son escenas de desgracias o accidentes que despiertan los sentimientos de pena de mayores y pequeños. Con ello se trataba de denunciar las injusticias sociales que se daban en nuestra sociedad en forma de denuncia, aunque realmente nunca llegaron a alcanzar ese objetivo. Aquí habría que destacar a artistas como José Jiménez de Aranda, Enrique Simonet y, seguro que esto os sorprende, Sorolla. Y es que Sorolla no siempre se dedicó al color de la playa y la luz de Valencia, sino que empezó con este estilo gracias al cual comenzó a tener fama internacional. Con el cuadro titulado Triste herencia gana el premio de la Exposición Universal de París de 1900 y en la Nacional de 1901. 

Sorolla, Trata de blancas (1894
Sorolla, Triste herencia (1899)





    Otros modernistas también abrazarán este estilo, como Santiago Rusiñol del que hemos hablado antes, Joaquim Mir, Ramón Casas y el propio Picasso, que en uno de sus primeros trabajos se adentra en este mundo para demostrar su técnica. 

Ramón Casas, Garrote vil (1894)


Pablo Ruiz Picasso, Ciencia y caridad (1897)
La España negra

    Este concepto que incluso ahora parece adueñarse de nuestra percepción de la España de aquella época, proviene del título de un libro que escribió Émile Verhaeren en 1888 mientras viajaba con Darío de Regoyos, que a base de grabados plasmó todo lo visto en el viaje. Esto dio lugar a que dentro de los artistas se dieran discusiones de cómo era en realidad nuestro país: si bien un país
atrasado, supersticioso y religioso o bien moderno e industrializado. En esta discusión entrarán los poetas de la Generación del 98 que la componen Azorín, Valle Inclán, Unamuno, Antonio y Manuel Machado, Ramiro de Maetzu y Pío Baroja. Ellos recogen el impacto y hacen suyas las reflexiones teniendo una relación muy estrecha con  los artistas, pues, por ejemplo, Valle Inclán será crítico de arte.  Lo que tratarán era la posible modernización de España y para eso se ha que saber qué es España, dónde se encuentra la esencia de lo español. Según Unamuno estará en Castilla . Hay que regenerar España, pero para eso primero hay que definirla. Las ideas del pasado están tan ancladas que parece que España no puede modernizarse, es un país muy ignorante y rechaza cualquier intento de modernidad, lo que entristece a los escritores regeneracionistas de esta época. Ortega y Gasset beberá de las ideas de Maetzu. Lo “castizo” empezará a utilizarse ahora tratando de buscar esa identidad española, y ahí es donde bien un largo discurso ideario sobre dónde está ese núcleo del casticismo, aunque habrá consenso: Castilla. Es una tierra dura, seca, pedregosa y sus habitantes están anclados en el pasado, pero contiene un misticismo. Se marca mucho la diferencia entre el centro y las periferias más dinámicas como Cataluña, País Vasco y Levante. El propio Unamuno reconoce que hay dos Españas; una la España oficial de los gobiernos y las monarquías y la otra la España real que es esa Castilla en tensión con las periferias burguesas. 

    Uno de los artistas que trató de captar todo este momento fue Ignacio Zuloaga. Siendo autodidacta, en 1889 se va a París y ahí conecta con el grupo catalán de Rusiñol y Casas, para quien fue un gran pilar. Así conoce a Degas, Toulouse-Lautrec, Gauguin y se pone al día de las tendencias más actuales. Sin embargo, Zuloaga va a rechazar el impresionismo y su opción es muy clara: una pintura que tiene más que ver con la pintura española que con la modernidad francesa, desarrollada con respecto a lo que había visto en el Museo del Prado. Parece muy afín a la idea de lo que es español, sin embargo fue muy bien recibido en Cataluña. Pero para representar a España en la Exposición Internacional de París, Zuloaga fue vetado y rechazado, y el jurado escogió a Sorolla, lo que comenzará su rivalidad. Su carrera y su éxito serán extraordinarios, pero fuera de España.

Ignacio Zuloaga, Víspera de la corrida (1898)


La España blanca

   El otro polo lo vamos a ver reflejado en la costa Levantina y en las Escuelas regionales. Es una parte que no está tan industrializada como País Vasco y Cataluña, pero tiene una buena industria de cítricos que ha creado una clase media emprendedora. Y aquí es donde ya entran las obras de Sorolla que más conocemos, pero también Ignacio Pinazo Camarlench, que representa el aire valenciano de mucha luz, color y vivencia del paisaje, un personaje que no se ha revalorizado hasta hace poco. En cuanto a Sorolla decir que a medida que avanza su pintura, vemos que se despreocupa por los temas, por lo que podemos encontrar escenas sin carga temática.  Será criticado por Unamuno por su escasa, dice, religiosidad y transcendencia mística. Pero en Ramón Pérez de Ayala encontramos que se plantea un optimismo pragmático en contradicción con la Generación del 98. Dice que es posible, mediante la educación en el arte y la estética, una modernización en España. Definirá la pintura de Sorolla como sensual, con un gusto por la vida y el disfrute. Pero como las escenas de la playa ya os las sabéis, contaros que tuvo un contacto con la Hispanic Society que le llevó a que se le propusiese un ciclo de escenas españolas donde Sorolla debía reflejar las distintas regiones españolas y en cada región los temas o costumbres de cada una de ellos. El proyecto duró desde 1911 al 1926, año en el que se instaló. Lo primero que hizo fue ponerse a viajar por España para hacer acopio de imágenes. Hacía unos dibujos previos que luego llevaba a un gran lienzo. Vuelve a lo que vimos en el cuadro de historia pero son una pincelada más suelta y un color más luminoso.



Varios de los cuadros de Sorolla en la Hispanic Society


Varios de los cuadros de Sorolla en la Hispanic Society

 












    En cuanto al País Vasco, como foco de industrialización, hizo que se creara una burguesía minera que aportó becas para los artistas jóvenes, que es lo que permite que estos artistas puedan pasar temporadas fuera del país. Por parte de los artistas también hay una idea de crear una asociación de artistas vascos en 1911 y montaban exposiciones alternativas a las exposiciones nacionales. Tienen una intención de acoger a un número muy amplio de participantes de todas las tendencias, no dan premio y no hay jurado. Todas estas cuestiones hacen que la actividad artística sea muy importante y no sólo en la pintura. Destcan artistas como Adolfo Guiard, Darío de Regoyos, Paco Durrio, pero sobre todo Aurelio Arteta. Realiza una visión antropológica, con un deseo de sacar los rasgos propios del pueblo vascos. Por eso empezamos a ver hombres y mujeres robustos el tema iconográfico de la madre como extrapolación del motivo cristiano de la Virgen con el niño y una construcción entre lo clásico que él ve de la pintura al fresco y lo típico que quiere reflejar en sus pinturas. Durante la Guerra Civil realizó un tríptico que ha quedado en un segundo plano por el Guernica.



Aurelio Arteta, Tríptico de la Guerra: Frente, Éxodo y la Retaguardia (1937)


     Por otro lado, el Nacionalismo catalán es cada vez es más fuerte y vemos un deseo de alejarse de la Academia. Nos vamos a encontrar con un  movimiento de larga duración y que nos va a llevar hasta la Guerra Civil: el Noucentismo catalán. De este movimiento va a salir un joven Miró y su primera obra muy influido por sus teorías. El Noucentismo fue un  movimiento político burgués catalanista, con una vertiente estética guiada por Eugenio d’Ors. Era opuesto al Modernismo. Combinó el espíritu clásico con los arquetipos regionales: el campesino, la mujer catalana, la masía, el Mediterráneo, el seny. Pervivió como un gusto muy asentado en Cataluña hasta la Guerra Civil. Rechazan de pleno la vida bohemia de Els quatre gats y respetan a gente como Gaudí pero no siguen su estética y serán los surrealistas los que la recuperen. Destacan artistas como Joaquim Sunyer, Manolo Hugué, Julio González y José Clará.


Joaquim Sunyer, Maternidad (1908)


Renovación formal y vanguardia en España


En Madrid se inicia la Gran Vía, la Residencia de Estudiantes, se empezarán a dar becas, etc. La Residencia de Estudiantes se convierte en un lugar donde se dan conferencias y se hacen exposiciones, por lo que pasaron personajes importantes de la época. En este Madrid que está contemplando su desarrollo, sigue habiendo tertulias en los cafés y sigue siendo un foco fundamental: el Café de Levante y El café de Pombo a dónde iba Ramón Gómez de la Serna (1888- 1963) que traerá el futurismo. El debate sobre la España negra desaparece, pues es una generación nueva, aunque el tema que subyace siga siendo el de una España atrasada. Floración de nuevos escritores y artistas que hacen posible pensar que España se puede poner al ritmo de otras naciones más modernas.En Barcelona ya había habido una exposición de cubismo en 1912, pero para Madrid esto era muy novedoso. Europa ya estaba en la guerra y había muchos artistas que estaban en París  y que se refugiaron en Barcelona y Madrid, por lo que en 1915 es posible crear una situación de modernidad de los artistas como María Blanchar o Diego de Rivera. En ese mismo año Gómez de la Serna inaugura la tertulia en el Café de Pombo, donde se reunieron muchos escritores. Es un personaje atípico dada la situación que reinaba en Madrid, muy irónico que siempre hablaba filtrado por lo absurdo, como podemos ver en este vídeo





    
Casto Fernández-Shaw, Estación de servicio Porto Pi (1927)

    Pero en Madrid se había asentado el realismo y como ejemplo tenemos a José Guitierrez de Solana donde encontramos otra vez las luces que tiene más que ver con el tenebrismo del 17, temas de prostitutas y esa España retrasada. Apariencia inorgánica, como de muñecos de madera y figuras de cera, con una pintura muy dura, mucha pasta y muy contrastada con las sombras. Frontera entre lo vivo y lo muerto, que da una sensación siniestra, muy de acuerdo con la teoría de Freud. La presencia de los maniquíes se da posteriormente con los surrealistas. Es una pintura pesada, sin  transparencia, una pintura  dura que transmite bien la idea de algo cerrado e inorgánicoOtro pintor que también encarna ese ir y venir de la modernidad es Daniel Vázquez Díaz  que seguirá la figura de Unamuno  y Ortega y Gasset. Es un pintor de una posición acomodada pero sin poder hacer grandes derroches. Su formación como pintor empezará en Sevilla y luego en Madrid. Cuando está en Sevilla, descubre a los maestros de la pintura española, sobre todo a Zurbarán, pero también a El Greco, a Rivera, etc. Coincide con Zuloaga que pasa temporadas en Sevilla, el cual le reconoce como una figura de la “pintura moderna” y le lleva a su estudio donde le enseña cuadros. Después vendrá a Madrid a estudiar en La Escuela de Bellas Artes y va continuamente al Museo del Prado. Establece contacto con los hermanos Baroja, con los que hará amistad de por vida, además de a Falla. En 1906 se va a París después de haber participado en una Exposición Nacional donde sólo consiguió una mención. Vázquez Díaz se instala en un hotel cerca de la vivienda de Picasso y establece contacto con él y una buena amistad. Durante varios años pasará los veranos en el País Vasco, por lo que mezcla la tradición de Sevilla y Madrid y la modernidad de Cezanne en París. Y en este momento es cuando Dalí entra en escena, pues estudió en la Residencia de Estudiantes antes de decirle a un profesor de Bellas Artes que no tenía ni puta idea, y claro, le echaron. En su época madrileña, trabaja un cubismo que no se sabe cómo entender, aunque  son muy buenos


Gutierrez de Solana, Las vitrinas (1910)




















Daniel Vázquez Díaz, La muerte de un torero (1912)
















Dalí, Sueños noctámbulos (1922)





















    Y entre Dalí y Miró, que será el final de esta entrada, me gustaría hablar de tres artistas que, quizá por ser mujeres, no han sido tan reconocidas. Maruja Mallo es un ejemplo de originalidad y deseo de trabajar en la España de la época  estableciendo contacto con todos los ámbitos de modernidad. Le fascina el mundo de la  verbena, aunque no vamos a encontrar las típicas representaciones de las ideas del 98, sino que quiere volver a la forma e insertar un cierto sentido popular en su trabajo artístico. Lo que destaca es el color y la luminosidad, lo que ya nos anuncia el ámbito de otra generación, de una apertura y de una visión mucho más actualizada, aunque los temas populares sigan siendo válidos porque es una fuente de interés y de formas además de un motivo para mostrar ese hedonismo. Otra artista fue Ángeles Santos, que conocía mucho el surrealismo, por lo que es una necesidad de plasmar lo que pululaba por su imaginación, y en ocasiones, como esta, se siendo inspirada por poemas, en este caso de Juan Ramón Jiménez. Ramón Gómez de la Serna conoció a Ángeles al ver este cuadro, porque presenta un cubo irregular que sostiene en el espacio rodeada de mujeres ángeles que encienden las estrellas.Y la última es María Blanchard que se fue a París sola, a una residencia, para poder alcanzar sus sueños, a pesar de recibir burlas por su aspecto físico. Tiene relación con el 98 en el sentido de buscar la raíz genuina de España.  Es un tanto atípica con respecto a las imágenes del mismo periodo y los académicos le echaron en cara que tenía aptitudes para el dibujo pero que los desperdiciaba. Pero también trabajó el cubismo. Y después el querido u odiado Miró. 


Maruja Mallo, La verbena (1927)

Ángeles Santos, Un mundo (1929)

María Blanchard, La española (1910- 1915)




    

2 comentarios:

  1. «El querido u odiado Miró». Creo que conoces mi opinión al respecto... En cualquier caso, si empiezas una entrada con Pradilla, a mí me tienes más que ganado. Y encima empiezas ahí a hablar de Castilla y lo castizo. ¡Grande! Por lo demás, por fin leo algo sobre esta época que, no sé a ti, pero a mí en la carrera ni me la nombraron. ¡A seguir así!

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    1. He de reconocer que yo sí he oído hablar porque me preocupé. A mi las vanguardias me apasionan y no dudé en darlas en España porque como no me gusta el arte contemporáneo pues pensé que podría intentar entenderlo a través de la Historia. Pero sé que este es un momento del Arte que no es nada conocido. Ya iremos desengranando y avanzando, que la Guerra Civil y lo que viene después es también interesante

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