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jueves, 17 de septiembre de 2015

The Factory II


El arte en todas sus modalidades


      Como ya empezamos a ver el otro día, lo que Warhol tenía montado en Nueva York no era ni más ni menos que un imperio rodeado de Arte. Creaba y hacía que los demás crearan. Hoy vamos a terminar de ver todo lo que ocurría en su fábrica, que no es moco de pavo.





      Warhol Vs Hollywood



      Del equipo de The Factory crecieron las Superestrellas de sus películas. La mayoría no sabía cómo actuar ante la cámara, aunque tampoco necesitaban haber estudiado arte dramático, ya que las películas de Warhol se concentraron al principio en la filmación de sencillos procesos y hechos. Sleep (1963) supone el debut del artista como director: seis horas de película presenta a un hombre durmiendo y la cámara recorre cada una de las partes del cuerpo. La película dura en realidad 20 min., ya que la primera secuencia se repite del mismo modo que en sus serigrafías. En Empire (1964), ofrece una vista panorámica durante ocho horas del orgullo de Manhattan, el Empire State Building desde el piso 44 del Time-Life-Buildig. Como para luego quejarse de los podcast de Santiago Vázquez. Warhol afirmaría:


       “Mis primeras películas en las que utilizamos objetos estacionarios, debían, no en última instancia, ayudar a los espectadores a conocerse mejor entre sí. Cuando vamos al cine nos encontramos normalmente en un mundo de fantasía. No obstante, si vemos algo que nos molesta, centramos nuestra atención en las personas que están sentadas a nuestro lado. Las películas son, en este sentido, más apropiadas que las obras de teatro los conciertos donde uno se sienta sencillamente. Me parece que sólo con la televisión se puede alcanzar todavía más que con el cine. Viendo mis películas se pueden hacer más cosas que viendo otras películas: se puede comer y beber, fumar, toser y mirar a otro lado y luego volver a mirar hacia la pantalla para darse cuenta de que todo sigue estando allí”




      Sus películas invertían literalmente las convenciones del cine narrativo tal y como se estaba haciendo en Hollywood: secuencias excesivamente largas, sin cortes, escenas ni enfoques que, o bien apenas cambian o ni siquiera lo hacían. Con la cámara Auricon se podía grabar al mismo tiempo imagen y sonido, por lo que podemos apreciar diálogo sin un guion, frases triviales de la vida cotidiana, un descuidado uso de la cámara, giros de aficionada y un despreocupado tratamiento del sonido. Los temas sobre los que trataban las películas de Warhol eran, sobre todo, banales. Además, los personajes que aparecían recurrían a gestos exagerados y a la mímica de actores aficionados. Pero esta torpeza, en parte por falta de profesionalidad y en parte como instrumento estilístico del autor, les aseguraba espontaneidad y una frescura que llaman la atención y otorgan un enorme poder de sugestión. Sin embargo sus películas serían inconcebibles sin el cine de Hollywood que tanto critica, pues determinan su carácter sólo gracias a la diferencia consciente con respecto a la forma especial de hacer cine aprovechándose de sus mitos. Con todo esto podemos explicar el carácter improvisado del cine americano underground que documentaba la realidad posible, son sus contradicciones e imperfecciones. 

       El primer éxito comercial llegaría de la mano de The Chelsea Girl (1966), un panorama escénico compuesto por cinco capítulos fílmicos cuyo centro geográfico era el Hotel Chelsea, habitado por artistas, literatos y músicos. Ronald Tavel escribió el guión del capítulo Hanoi Hanna (Queen of China). Los siguientes capítulos estaban improvisados por las superestrellas de The Factory haciendo gala de su humor y de una claridad contagiosa. Poco tiempo después, Andy Warhol fue dejando, progresivamente, los trabajos de proyección a su asistente Paul Morrissey. Las películas de The Factory adquirieron un carácter más profesional, pero también más convencional. Flash (1968) y Trash (1969) fueron además grandes éxitos comerciales.












      Y como presencia de la cultura americana, Andy Warhol ha sido una presencia recurrente en cualquier filme destinado a retratar el periodo artístico que le tocó vivir. A los habituales cameos del padre del pop en diferentes films como The Cocaine Cowboys, hay que sumar los numerosos documentales que se hicieron después de su muerte. Superstar: The Life of Times of Andy Warhol es sin duda el más representativo. Se trata de una serie de entrevistas a cargo de Tom Wolfe, David Hockney o Dennis Hopper que ofrecen una novedosa visión del artista. A medio camino entre la caricatura y el homenaje, Warhol ha aparecido como personajes histórico en La muerte os sienta tan bien de Robert Zemeckis y en The Doors, la película biográfica sobre Jim Morrison firmada por Oliver Stone. En 1996 coincidieron en pantalla dos largometrajes sobre la vida de Warhol: I Shot Andy Warhol de Mary Harron y Basquiat de Julian Schnabel.







     La música = The Velvet Underground

    Andy Warhol quiso aprovechar el tirón del rock entre la juventud estadounidense apadrinando a The Velvet Underground, un grupo de sonidos saturados compuesto, entre otros, por Lou Reed y John Cal.


The Velvet Underground and Nico

       A finales de 1965, Andy Warhol disfrutaba de la celebridad que parecía buscar desde que llegó a Nueva York a principios de los cincuenta. Todas las revistas hablaban de él, de sus provocadoras obras, de sus películas y de las pequeñas historias de The Factory. Pero a Warhol le faltaba algo para ser una verdadera estrella del arte pop, un verdadero gurú de la modernidad. Aún no se había integrado en el mundo del rock, la manifestación de la cultura popular en la que más se reconocía la juventud americana. Influenciado por el ejemplo de célebres mánagers de la época, como Brian Epstein de los Beatles o Andrew Oldham de los Rolling Stones, Andy Wharhol decidió tener también un grupo de rock. Fue entonces cuando abandonó temporalmente la pintura y buscó un nuevo apoyo para sus películas con un sonido y una luminosidad cercana a las primeras discotecas psicodélicas.

      Warhol encontraría el instrumento ideal para ampliar sus actividades artísticas en el grupo The Velvet Underground. Gerard Malanga y Barbara Rubin, otra habitual de la Factory, habían descubierto en el Café Bizarre a la más peculiar de las bandas neoyorquinas. Persuadido por sus consejeros, Warhol acudió a verles y desde el primer momento le encantaron.  El grupo estaba formado por el batería Moe Tucker, el bajista Sterling Morrison y dos talentos opuestos pero complementarios: John Cale, un músico de conservatorio con toques vanguardistas, y Lou Reed, un ácido poeta urbano. La noche en que Warhol conoció a The Velvet Underground también había sido citada la modelo Nico. De la noche a la mañana, Warhol instaló al grupo en The Factory y, pese a la oposición de Reed, decidió que Nico sería la cantante del grupo al que rebautizó como The Velvet Underground and Nico.

   De inmediato Warhol planteó las primeras y provocadoras actuaciones que se desarrollaban conforme a unos roles predeterminados por él mismo. Nico estaba al frente del grupo, con su voz fría y su estilizada silueta. La más importante de las funciones que representaba era Andy Warhol, Up Tight (Andy Warhol, atado), un concierto de rock multimedia en el que, entre otras cosas, Barbara Rubin discurría entre espectadores planteándoles espinosas cuestiones sexuales mientras todo era filmado. Poco después, Andy diseñó la famosa banana que se convertirá en logotipo oficial del grupo y produce, limitándose a poner el dinero, The Velvet Underground and Nico. El álbum tardó más de un año en ver la luz y, sin más promoción que el mero nombre de Warhol, pasó inadvertido.



El famoso plátano de la banda


     En mayo de 1967, los miembros de The Velvet Underground decidieron, de común acuerdo, romper sus ligaduras con su mecenas. Warhol entonces abandonó su vocación de manager pero aun seguirá en contacto con las celebridades del rock como Bob Dylan, Brian Jones, Mick Jagger, John Lennon y Yoko Ono y, más tarde, Sid Vicious, Boy George o Madonna.  Decididos a restaurar el recuerdo de su viejo amigo y mánager Andy Warhol, John Cale y Lou Reed se reunieron en 1990 por primera vez desde la disolución de The Velvet Underground. Su idea de ofrecer una despedida al icono del pop art se impuso a las relaciones turbulentas que siempre habían mantenido desde que ambos lucharan por ganarse los favores de un Warhol que desesperaba a todo el mundo con su indiferencia. La memoria sentimental de ambos sepultó el viejo resquemor que en su día despertó en el grupo la expulsión de Cale por culpa del ambicioso Lou Reed. Y compusieron el álbum Songs for Drella, planteado como un retrato fragmentado, confuso, irónico y hasta contradictorio del alma singular, extraña y compleja de Andy Warhol. El disco dedicado a la memoria de Drella, mote surgido de la contracción de Drácula y Cinderella (Cenicienta) con el que solían referirse a Warhol en su entorno, coincidió con la puntual reunión del grupo con ocasión de la retrospectiva sobre Andy Warhol organizada en 1990 en Paris por la Fundación Cartier.


     Las artes plásticas en The Factory

     Warhol fue el creador de un arte a partir de la cultura popular, específicamente de Norteamérica, de los años 50 repleta de anuncios publicitarios, libros de cómics, objetos influenciados por los medios de comunicación e imágenes cargadas de ironía. Todo cubierto por una estela de consumismo que buscaba el uso de imágenes populares como respuesta al elitismo cultural en las bellas artes.


Serie de Marilyn Monroe


     Con una licenciatura en Bellas Artes, Warhol comenzó su carrera como ilustrador de anuncios publicitarios para revistas de moda como Vogue, Harper's Bazaar, Seventeen y The New Yorker. Así, se consagró como uno de los artistas comerciales más exitosos de la década de 1950, año en el que centró su talento en la pintura, con la que comenzó a representar elementos y aspectos de lo cotidiano; hasta que decidió dar un giro a su obra eliminando rasgos de expresión y sentimientos para comenzar una producción en serie, de repeticiones de elementos populares procedentes de la cultura de masas. Fue en 1962 cuando el concepto del arte pop surgió para renovar lo que hasta ese momento se conocía como tal. Warhol comenzó a producir imágenes repetitivas como las famosas latas de sopa Campbell's o la serie de retratos de conocidos personajes como Marylin Monroe, Elvis Presley, Elizabeth Taylor o Mao Tse-tung, todos ellos (incluidas las latas de sopa) considerados iconos estadounidenses. Estas series marcarían su estilo durante sus trabajos posteriores como referente de un tipo de arte que captaba la atención nacional por primera vez. Y fue, precisamente, en The Factory, donde instaló su taller y produjo la mayoría de estas obras.


Uno de los muchos montajes con la famosa sopa Campbell's


      Andy Warhol se convirtió en el icono de la cultura pop. Convirtió objetos mundanos en arte, en referentes de una época. Warhol supo aprovechar las características de su tiempo. Trabajó en productos en serie, pero no por ello carentes de creatividad y revolucionarios para el común en el arte moderno. Fue un artista plástico que supo moverse entre los medios de comunicación para convertirse en una estrella, una estrella del arte y de la cultura internacional: «Todo el significado de mi obra está en la superficie, detrás no hay nada». Con ello quería indicar su predilección por la banalidad, y un arte de la vida cotidiana, que fuera sobre todo superficial. Warhol se propuso dar una vuelta de tuerca a la provocación de Kandinsky, pionero en eliminar de sus cuadros la figuración. La pintura de Warhol ya no es que no significara nada, sino que lo que significaba podía carecer de importancia.


Flores

    
       De cualquier forma, la evaluación de la obra de Andy Warhol aún está por hacer. Aunque nadie creyó su cuento sobre la superficialidad, algunos críticos resaltaron pronto que la visión del mundo contemporáneo de Warhol estaba marcada por el miedo, el dolor y la muerte.  Desde su fallecimiento en 1987 se han sucedido todo tipo de interpretaciones más o menos originales o interesantes respecto a su caso: un análisis desde el punto de vista de la identidad gay, una minoría con un punto de vista específico; otra relacionada con su condición de emigrante, particularmente atento a la realidad, dominado por el miedo a la exclusión. La serie de flores, tradicionalmente interpretada como un acercamiento al mundo femenino; mientras los cuadros de violencia y accidentes, las pistolas, las hoces y los martillos, los dólares, abordarían un rechazo del mundo masculino. Todas estas interpretaciones vienen a enriquecer todavía más la obra de un artista que cuando murió se llevó consigo el dudoso honor de ser el primer genio superficial.


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