La “Devotio Moderna” y el pensamiento de Erasmo de Rotterdam
Huelga decir la importancia que el cristianismo tenía en la
Europa medieval y moderna, más allá de las valoraciones que de esto
quiera hacer cada uno. Y es sabido por todos que, allá a mediados
del siglo XVI un monje alemán dio el pistoletazo de salida a lo que
fue conocido como Reforma Religiosa sembrando la discordia en el
cristianismo occidental; la ortodoxa ya es otro tema. Sin embargo
este hombre, Lutero, no fue ni mucho menos el primero en avisar de
que algo fallaba. Y de esto vamos a tratar aquí, de las corrientes
anteriores a Lutero que pusieron la lupa sobre lo que era necesario
modificar en uno de los pilares pilares fundamentales de la sociedad
de la época.
Problemas en el seno de la religión
La discusión sobre las doctrinas no es algo que aparezca de la
nada: los debates entre eruditos se produjeron desde los orígenes
del mismo cristianismo. Y aunque estos debates se mantendrían entre
la élite intelectual de cada momento, sus consecuencias alcanzan a
toda la sociedad, ya que tanto la cultura como la política van de la
mano de la religión. Avanzada ya la Edad Media, son dos aspectos
básicos los que centran las preocupaciones de los intelectuales. Por
un lado está la reforma de la doctrina religiosa y por el otro la
recristianización de la sociedad. Sí, recristianización, porque
pese a que la gran mayoría de los europeos eran cristianos, sus
conductas en ocasiones distaban mucho de lo que marcaban las
costumbres morales cristianas.
Pero esta falta de moralidad cristiana no era algo exclusivo del
fiel de a pie, sino que la conducta del propio clero dejaba mucho que
desear y esto era lo que más preocupaba, ya que se suponía que eran
los encargados de marcar la línea a seguir por los fieles y servir
de ejemplo. Esto estaba más extendido en el clero secular que en el
regular, como es lógico. La falta de moralidad del clero quizá
tenga como punto más llamativo a la vida sexual de sus miembros,
porque el voto de castidad es muchas ocasiones era mera teoría. Sin
embargo no era el único ya que algo que también preocupaba y mucho
era que dentro del clero tenían acogida muchos miembros segundones
de la nobleza, que conservaban su modo de vida anterior llegando
incluso a portar armas.
Otra de las prácticas preocupantes de aquel momento era el
incumplimiento del deber de residencia. Es decir, a un sacerdote
pudiente lo destinaban a una aldea para desarrollar su labor y éste,
en lugar de ir, subcontrataba a un sacerdote en unas condiciones
económicas precarias para que fuese en su lugar mientras el seguía
viviendo en la ciudad. El tercero de los problemas era la escasa
formación del clero, sobre todo del secular en las zonas rurales, ya
que tenían la obligación de saber hablar latín, pero en muchas
ocasiones no lo entendían. Es decir, un sacerdote oficiaba la misa
en latín como buenamente pudiera pero no tenía ni idea de lo que
estaba diciendo.
La Devotio Moderna
Guillermo de Ockham, sin su famosa navaja. |
Para paliar estos problemas, en los siglos XIII y XIV tuvieron
lugar varios intentos de reforma, pero cada uno por su cuenta, no hay
una corriente que los englobe a todos y cada intento es puesto en
marcha por una institución diferente. De estas corrientes la más
destacable es la conocida como Devotio Moderna, que tiene su origen
en la Baja Edad Media. Este movimiento religioso nace en los Países
Bajos y en el norte de Alemania y pese a que es considerado un
movimiento más espiritual que intelectual, entre sus miembros
tenemos a los referentes intelectuales de la época. De hecho el
nombre de Devotio Moderna viene a relación de as diferencias entre
el planteamiento filosófico anterior, heredero de Tomás de Aquino,
por el nuevo del que nace esta corriente, cuyo “padre” es
Guillermo de Ockham. Este nuevo movimiento será el que vaya sentando
las bases que posteriormente serán recogidas en el siglo XVI e
impulsarán las grandes reformas.
Los principales preceptos son los siguientes:
-La experiencia personal con Dios a través de la Biblia. Esto
castra en origen a este movimiento, ya que los elevados índices de
analfabetismo de la época y lo caro que resultaba hacerse con un
libro antes de la invención de la imprenta, reducía a muy pocos
aquellos que podían leer las escrituras. Sin embargo esto
posteriormente será recogido por la reforma del XVI y con el
abaratamiento de los costes de fabricación de libros se conseguirá
llegar a un público más amplio. Y cuando se abogue por la
traducción de la Biblia del latín a las lenguas vernáculas su
acceso será aún más sencillo. A ver, más sencillo pero aún así
el creyente de a pie seguía sin saber leer, tampoco creamos que
porque llegue la imprenta se puso a leer todo el mundo, porque muchos
ni sabían y la gran mayoría seguía sin poder permitirse comprar un
libro.
-Se pone más atención a lo que se siente que a lo que se conoce.
Es decir, no es tan importante la comprensión y entendimiento acerca
de la existencia de la divinidad como el sentimiento que esta produce
en uno. Este punto ya es algo más complejo y tendrá poca acogida en
Europa pero si que dará origen a corrientes religiosas como la de
los cuáqueros, cuyo nombre viene de que la simple creencia en Dios
le hacía temblar.
-Por otra parte eran firmes defensores del dominio personal, es
decir, que pese a que lo importante es lo que se siente acerca de la
divinidad, cada uno es capaz de controlar eses sentimientos y su
propia conducta para encauzarla por los criterios morales adecuados.
Pese a sus buenas intenciones, este era un movimiento minoritario
que, aparte de contar con muy pocos miembros y concentrado en lugares
muy concretos, distaba mucho de las prácticas de la mayor parte de
la población. Hay que recordar que, a mediados del s. XIV cuando
nace está corriente, Europa atraviesa un momento muy convulso por el
azote de la terrible epidemia de peste. La incidencia de esta
enfermedad y su elevada mortalidad se veía como un castigo divino
por el mal comportamiento de los fieles para el que había que
someterse a duros actos de penitencia para ser perdonados y poder
librarse. Estos actos de penitencia en ocasiones se alejaban mucho de
la doctrina cristiana y se correspondía más con supersticiones. Por
ello la nueva relación meramente espiritual con una divinidad afable
no se contemplaba como una posibilidad por la mayor parte de los
creyentes. Con el paso del tiempo las reformas no se quedarán en un
mero lavado de cara con el cambio de la relación Dios, sino que se
abogará por un cambio profundo en el seno de la Iglesia e incluso
con la ruptura y creación de instituciones paralelas.
Erasmo
Erasmo de Rotterdam |
En el bando de aquellos que intenta reformar la Iglesia y sus
prácticas sin romper con ella, quizá el personaje más conocido sea
Erasmo de Rotterdam (1469-1536). Esto es así porque fue de los pocos
que adaptó su pensamiento y lo plasmó en obras como El elogio de
la locura escritas de un modo que era y es más accesible para el
“gran público”. Mientras, la mayor parte de los pensadores de su
tiempo siguen manteniendo el debate dentro de los círculos
intelectuales muy alejados del grueso de los creyentes.
La personalidad y el pensamiento de Erasmo es un reflejo de su
vida. Desde pequeño acude a una escuela partidaria del pensamiento
de la Devotio Moderna, por lo que su visión de la espiritualidad y
de la jerarquía religiosa queda fuertemente marcada. Por ello,
cuando ingrese en un monasterio agustino, las diferencias que
existían entre su manera de ver las cosas y la de sus superiores
seguirán creciendo y le generará más de un problema. De que su
estancia en el monasterio no fue agradable tenemos testimonio en una
de sus obras, Manual del soldado cristiano (1504),
donde afirma que el monacato no es piedad ni religión, afirmación
que hará que se incluya en el Índice de Libros Prohibidos.
Sin embargo no todo es negativo
ya que en el monasterio tiene acceso a obras clásicas y a los diferentes libros de la Biblia.
Aunque esto le acarreará también sus problemas, porque por un lado
elabora una edición crítica de la Biblia en latín, pero por otro
se dedica a corregir traducciones de la misma a las lenguas
vernáculas lo que por un lado le granjea el apoyo y amistad de los
luteranos, pero la enemistad con sectores católicos. Pese a esto, su
valía le hace ostentar puestos como el de secretario del obispo de
Cambrai, ciudad del norte de Francia, pero que en esta época se
correspondía también con una archidiócesis que abarcaba casi todo
el territorio que conocemos como Flandes. Desarrollando las labores
propias de su cargo, viajó por toda Europa conociendo y entablando
amistad con otros humanistas como Juan Colet o, sobre todo, Tomás
Moro.
Según se fue haciendo más
conocido en Europa, fue recibiendo invitaciones para visitar diversas
universidades europeas. Entre ellas está la invitación del cardenal
Cisneros para acudir a la universidad de Alcalá de Henares, aunque
Erasmo declinó la invitación. Sin embargo esto no impidió que
desde esta universidad se ayudase a la difusión de sus obras,
traduciéndolas e imprimiéndolas, sobre todo a raíz del apoyo de
Carlos I, al que dedica una de sus obras: Educación del
príncipe cristano (1516).
La reforma de Erasmo
En cuanto al programa de reformas
defendido por Erasmo, se basaba en que el creyente debería de
actuar según los dictámenes de la Biblia, concretamente del Nuevo
Testamento, dejando de lado las interpretaciones y aportaciones
posteriores de eclesiásticos. Y también de
buscar una religión razonable, más humana, que deje de lado
comportamientos extremos como supersticiones, flagelaciones u otras
penitencias excesivas o que constituyesen castigos físicos. Para
Erasmo la fe debería ser una mezcla entre sentimiento y razón,
porque la creencia sin conocer exactamente en qué se cree no sería
propia del ser humano, que tiene a su capacidad de razonar como
principal elemento.
Para conseguir esto, al creyente
habría que educarlo, hacerle conocedor de la teoría más allá de
la fe. Sin este conocimiento el creyente se limitaría a desarrollar
una serie de actos o cultos sin conocer realmente su significado, lo
que se correspondería más con prácticas supersticiosas. Sin
embargo este conocimiento de los entresijos de la religión reduciría
el poder de las autoridades eclesiásticas, ya que no sería tan
necesaria la figura del sacerdote, aún sin llegar al nivel de Lutero
de defender el sacerdocio universal. En este punto es donde es
importante la traducción de la Biblia a las lenguas vernáculas,
porque es la única manera de ampliar su conocimiento. En España
esto tardará en llegar, porque no será hasta el reinado de Carlos
III cuando se edite oficialmente una Biblia en español,
curiosamente, habiendo ya llegado en la primera mitad del XVI a
América.
En cuanto a cómo se debe llevar
a cabo esta reforma, Erasmo defiende que no es algo que se deba
imponer, porque es una reforma basada en el conocimiento y el
conocimiento no se impone. Por ello los intelectuales que se alineen
con este pensamiento deben estar abiertos a dialogar y tolerar otras
posturas, explicando sus teorías para que los demás las conozcan y
puedan considerarlas positivas y adoptarlas.
Pese a lo comedido de su postura,
las medidas de Erasmo no pueden ser aplicadas en su época, porque a
raíz de las tensiones creadas por el estallido de la Reforma
Luterana y las Guerras de Religión, la Iglesia Católica se cierra
sobre sí misma y contempla las medidas de Erasmo como peligrosas.
Por ello su obra es prohibida y tanto él como sus partidarios,
editores y traductores se ven perseguidos. Su defensa frente a la
condena de su pensamiento va en la línea de su idea de como se debe
hacer la reforma que anhela, aludiendo a que nadie puede imponerle un
modelo de religión por la fuerza de las armas o las hogueras. Pero
esta reacción de la Iglesia hace que se tenga que esperar a los
siglos XVII y XVIII para retomar el pensamiento y las medidas
reformistas defendidas por Erasmo.
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